En el jardín de esta casa, León Trotsky desempeñaba labores como la crianza de aves de corral y conejos, que le permitían distraerse de su intensa labor intelectual, pero sobre todo de las inmensas presiones que tuvo que soportar en aquellos tiempos, como las terribles noticias de los asesinatos de parientes y amigos a manos de la policía de Stalin, así como vivir bajo la intensa lluvia de injurias y descalificaciones que se originaban en Moscú y la amenaza constante de ser asesinado por agentes estalinistas.
También tenía una colección de plantas originarias de las regiones a las que había podido viajar y conocer en su corta estancia en México, que consistía mayoritariamente en cactáceas, que le llamaban mucho la atención. Trotsky era muy aficionado a excursionar y gustaba de realizar labores físicas, por lo que el tiempo que dedicaba a su jardín le resultaba relajante e incluso un tanto terapéutico, más aún cuando padecía de hipertensión arterial, que le provocaba de cuando en cuando malestares como un intenso dolor de cabeza.